Foro de debate Núm. 25 - enero 2000 

Actualidad: La cumbre del Clima no se culmina

Johanna Cáceres

La última Cumbre del Clima, celebrada en la ciudad alemana de Bonn entre el 25 de octubre y  el 5 de noviembre, concluyó, nuevamente, con pocos avances. Los casi 200 estados que asistieron no se pusieron de acuerdo sobre la manera de reducir sus emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, ni se comprometieron efectivamente a hacerlo.
Ésta ha sido la Quinta Conferencia de las Partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. 153 estados, entre los cuales no estaba Estados Unidos, firmaron el convenio en 1992 durante la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro y se consideró entonces como uno de los documentos más importantes. Los gobiernos firmantes reconocían oficialmente por primera vez la existencia de una alteración climática ocasionada por la contaminación atmosférica de origen humano, y expresaban su voluntad de reconducir esta situación. Des de entonces, las negociaciones han sido muy lentas.
A lo largo de los siete años que han pasado desde la firma del Convenio, el hecho más relevante ha sido la firma del Protocolo de Kyoto en 1997, que detalla una serie de medidas a adoptar para reducir efectivamente las emisiones. Lo cierto es, sin embargo, que se ha hecho poca cosa a nivel de políticas y actuaciones específicas en este sentido porque, entre otras razones, ningún país lo ha ratificado. Con la firma del Protocolo de Kyoto, los países industrializados se comprometían a recortar sus emisiones de CO2 hasta los niveles de 1990 para la segunda década del siglo XXI (entre 2008 y 2012). De nuevo, Estados Unidos se opusieron al acuerdo porque no comprometía a los países en vías de desarrollo.
Las postura norteamericana, forzada por el Senado, continuó siendo la misma en Bonn, aunque parece claro que la actual problemática relacionada con el clima no ha sido ocasionada por los países en desarrollo. El denominado Tercer Mundo no ha tenido la «oportunidad» de contaminar mucho en comparación con los países occidentales, que iniciaron los procesos de industrialización hace tres siglos. Los países menos desarrollados, a su vez, reclaman su «derecho» a industrializarse para alcanzar los niveles de bienestar de los países más ricos del planeta.
La pregunta es. ¿hay sólo un camino –el del desarrollismo insostenible iniciado por el Primer Mundo– para mejorar las economías más desfavorecidas? Parece que no, que la tecnología actualmente disponible, acompañada de nuevos modelos económicos, permite generar riqueza contaminando menos. Por esta razón, una de las demandas de los países en desarrollo es que los acuerdos sobre el cambio climático incluyan el compromiso, por parte de los países industrializados, de facilitar la transferencia tecnológica, sobre todo en lo que se refiere a las energías «limpias» o renovables y a las tecnologías y procesos de eficiencia energética.
 

El mercado internacional de CO2

Otro punto «caliente» de la discusión de Bonn fueron los denominados mecanismos de flexibilidad o vías alternativas, entre los que destaca la compraventa de derechos de emisión. Es decir, un país que contamina mucho –un país rico, en general– podría comprar a un país poco contaminante –no industrializado– la cuota de CO2 que no utiliza. Por ejemplo, las emisiones per capita de Estados Unidos son 25 veces superiores a las de Filipinas, por lo tanto, los estadounidenses podrían continuar con los mismos niveles de emisión comprando a los filipinos su cuota, su derecho a contaminar. Eso sí, tendrían que pagar y contaminar resultaría más caro.
La medida es polémica y se plantean dudas sobre la utilidad que tendrá si sirve para mantener el status quo. Recordemos que el cambio climático, y otros elementos de la crisis ambiental global, ha sido causado principalmente por la actividad productiva de tan sólo el 20% de la población mundial: los puntos de contaminación pueden ser locales, pero sus efectos son globales. en este sentido, y tal como apunta la Unión Europea, la existencia de un mercado de CO2 no exime de la responsabilidad de reducir las propias emisiones. Y aquí surge otro desencuentro con Estados Unidos, que no quieren poner límites al comercio de las emisiones mientras que la UE los fija en el 50%: la mitad de los esfuerzos para recortar las emisiones deben realizarse dentro de las propias fronteras.
Finalmente, para que la aplicación del Protocolo de Kyoto sea realmente efectiva es necesario que sea ratificado por, al menos, 55 países que sumen el 55% de las emisiones globales. Estados Unidos son responsables del 35-40% de las emisiones mundiales de CO2, y Rusia de más del 15%. Si estos dos estados no lo ratifican, el Protocolo servirá de bien poco.
Éstos son, básicamente, los principales escollos a salvar para llegar a una acción efectiva respecto al clima. En noviembre del 2000 se celebrará en Holanda la sexta Cumbre, donde se espera que las cuestiones técnicas queden resueltas. Falta, así, menos de un año para que las diferentes posturas se acerquen.
 • Para más información sobre el convenio de las NNUU sobre el Clima y el documento de conclusiones de la Cumbre de Bonn, podéis consultar http://cop5.unfccc.de
• La asociación catalana Grupo de Científicos y Técnicos por un Futuro no Nuclear han inaugurado un sitio web que ofrece un amplio abanico de recursos sobre producción energética e iniciativas políticas y sociales relacionadas con el cambio climático. Podéis consultarlo en http://www.energiasostenible.org
 

Pirineos Vivos

El Departamento de Medio Ambiente de la Generalitat de Cataluña firmo el pasado mes de septiembre un convenio de colaboración con la Agrupación de Defensa Forestal (ADF) Mig Pallars per poner en marcha el proyecto Pirineos Vivos, cofinanciado por el Programa LIFE de la Unión Europea. La finalidad de Pirineos Vivos es lograr una gestión sostenible de los siete municipios de alta montaña dela comarca del Pallars Sobirà, una gestión que, además de conservar y potenciar el valor paisajístico de la zona, contribuya a dinamizar la economía local.
El proyecto, impulsado por la ADF Mig Pallars, se basa en la implicación de todos los agentes sociales y económicos, especialmente los locales, para definir y desplegar fórmulas que permitan combinar el uso didáctico y turístico con la conservación de este espacio forestal singular. La acción central del Proyecto consiste en el establecimiento de una red de reservas forestales y de unos itinerarios de demostración. También se creará una Fundación para articular, por un lado, un sistema de apadrinamiento de árboles monumentales y, por el otro, la esponsorización de bosques seminaturales por parte de empresas.
 
 
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