La incineración
de residuos:¿es una alternativa ?
José María Baldasano Recio
Catedrático de Ingeniería AmbientalUniversidad Politécnica
de Cataluña (UPC)
Se hace un repaso de las ventajas e inconvenientes de la incineración,
incluida la emisión de dioxinas. La tesis del autor señala
que, a partir de la adopción de la directiva comunitaria del año
2000, se puede afirmar que la incineración de residuos es una actividad
sometida a los controles más estrictos y a los límites de
emisión a la atmósfera más exigentes. Por tanto,
la incineración sería, para el autor, una de las alternativas
básicas en el conjunto de un sistema integrado de residuos.
Los dos sistemas
más antiguos que ha utilizado el hombre para disponer la basura
han sido el vertido incontrolado y su quema. Hasta finales del siglo XIX,
no se pusieron los primeros elementos de lo que hoy se conoce como la
gestión de los residuos.
Durante siglos, el hombre transportó, progresivamente de una manera
más organizada, las basuras hacia las áreas distantes de
las ciudades. Lentamente, el hombre se dio cuenta de la importancia de
su recogida, transporte y disposición. En 1906, en los Estados
Unidos, Parsons escribió un libro con el título: "La
Disposición de los Residuos Municipales", tratando el tema
de las basuras desde el punto de vista de la ingeniería por primera
vez.
Los problemas con ratas, quemas indiscriminadas, etc., fueron la razón
del cambio radical en la manera de disponer las basuras a principios del
siglo XX. En 1904, la ciudad de Champlain (Illinois), comenzó por
enterrar a diario sus basuras. Rápidamente, otras ciudades como
Columbus, Ohio (1906) y Davenport, Iowa (1916) adoptaron este sistema.
Pero es en el año 1930, cuando el término relleno sanitario
se usa por primera vez en la ciudad de Fresno (California): significó
la cubierta diaria de los residuos y la supresión de su quema.
La incineración, que no hay que confundir con la cremación
o quema de residuos, tiene su origen en Europa, con más de cien
años de existencia; su historia empezó con la instalación
del primer "destructor" de residuos municipales en la ciudad
inglesa de Nottingham en 1874. En EE.UU. la primera instalación
se realizó en "Governor's Island" en Nueva York, y en
1921 ya había más de 200 unidades instaladas. Barcelona,
en los años veinte, disponía ya de un incinerador de basuras.
Los hornos de incineración para residuos de origen industrial derivan
de los hornos para los residuos municipales. Los primeros hornos rotativos
fueron instalados en Alemania. En EE.UU. no fue hasta el año 1948,
en las instalaciones de Dow Chemical Company en Midland (Michigan) (Dempsey
y Oppelt 1993).
El compostaje se basa en el proceso de fermentación aeróbica,
aplicable únicamente a la fracción biodegradable de la basura.
Los primeros estudios de aplicación de este proceso a los residuos
municipales se iniciaron en Estados Unidos a principios de los años
veinte. Las primeras plantas se instalaron, tanto en Europa como en Estados
Unidos en los años cuarenta. Hoy día, constituye una tecnología
conocida, desarrollada y en proceso de renovación y expansión.
La digestión anaerobia (biometanización), también
aplicable únicamente a la fracción biodegradable de la basura,
uno de los procesos de tratamiento de desarrollo más reciente,
es una de las tecnologías que ha recibido mayor atención
en los últimos veinticinco años, siendo en Estados Unidos
donde se iniciaron las investigaciones en el campo de la biometanización
de los residuos municipales sin selección previa. En Europa, el
interés en la aplicación de esta tecnología apareció
más tarde, al principio de los años 80. Fue durante esta
época cuando surgieron las primeras patentes y las primeras plantas
de demostración, y es ya en los años 90, cuando surgen plantas
de dimensión industrial.
En la actualidad, se entiende por gestión y tratamiento de residuos
el conjunto de operaciones encaminadas al aprovechamiento de los recursos
materiales y energéticos contenidos en ellos o a la disposición
de una forma ambientalmente segura de los mismos o de la parte de los
mismos imposible de aprovechar.
Los sistemas actualmente más utilizados para el tratamiento y disposición
de los residuos municipales, de forma individual o bien en instalaciones
con sistemas integrados, son:
- recogida selectiva
en origen y reciclado directo
- plantas de selección
y recuperación de materiales
- plantas de fermentación
aeróbica (compostaje)
- plantas de fermentación
anaeróbica (metanización)
- plantas de incineración
con y sin recuperación de energía
- vertedero controlado
También existen experiencias limitadas, de su tratamiento mediante
pirólisis y gasificación, desde los años 70. Dada
la problemática de los residuos, en los últimos años
se está haciendo un esfuerzo importante de buscar sistemas de tratamientos
alternativos a los sistemas tradicionales, con una orientación
de los mismos a potenciar los aspectos de reciclaje y recuperación
de los materiales contenidos en las basuras.
Es también necesario señalar que, en los últimos
años, a escala mundial, ha habido un aumento de la cantidad de
basuras producidas y de variación de la composición de las
mismas, algunas causas de este incremento de las cantidades y de la variación
de su contenido son:
Cantidad:
- Crecimiento urbano
- Mayor número
de consumidores
- Mayor consumo
Composición:
- Más embalajes
- Más envases
de usar y tirar
- Más consumidores
individuales vs familiares
- Mayor número
de mujeres trabajando
- Más autoservicio
- Más conservas
y congelados
- Mayor poder adquisitivo
En la figura 1 (en pág. )_podemos ver la evolución de
las cantidades de basuras que se han producido en las ciudades de Madrid
y Barcelona, donde sería bastante sencillo hacer un paralelismo
con los ciclos económicos que ha habido durante los años
considerados.
La CEE adoptó
una estrategia comunitaria para la gestión de los residuos con
respecto a las actuaciones en este sector, de acuerdo con el siguiente
orden jerárquico de actuación (Comunicación de la
Comisión al Consejo y al Parlamento Europeo: Una Estrategia Comunitaria
para la Gestión de los Residuos. SEC(89) 934 final, Bruselas 18.9.1989;
y Resolución (90/C122/02) del Consejo de 7.5.1990, sobre la política
en materia de residuos (DOC 122 18.5.1990)):
1.Prevención, tanto en la producción como en los productos.
2. Fomento del aprovechamiento, reciclaje y reutilización.
3. Reducción al mínimo de la eliminación final.
4. Reglamentación del transporte.
5. Acciones para poner remedio ("remedial").
Ratificada y complementada
recientemente mediante la RESOLUCIÓN del CONSEJO de 24.2.1997,
sobre una Estrategia Comunitaria para la Gestión de los
Residuos (1997):
- Donde se confirma
la jerarquía de principios de disposición
- Preferencia de
la valorización material sobre la energética
- Principio de proximidad
- Principio de autosuficiencia
- Necesidad de disponer
de datos adecuados (estadística sobre residuos)
- Prevención:
tecnologías y productos limpios y reutilización;
- Aprovechamiento:
reciclado y transformación de materiales y aprovechamiento energético;
- Eliminación:
perfeccionamiento de la explotación de los vertederos y de la
incineración, preferentemente combinada con el aprovechamiento
energético:
- Transporte: reducción
al mínimo y control de los traslados de residuos;
- Acción
reparadora: rehabilitación de emplazamientos contaminados.
- Tanto las disposiciones
legislativas sobre residuos adoptadas desde el año 1989, como
el Quinto Programa Marco sobre Medio Ambiente [1993-2000] se inspiran
en estos conceptos principales. Que son también los conceptos
que inspiran los principios de la Convención de Basilea (1989),
adoptados por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA) para controlar el transporte transfronterizo de residuos.
Incineración
de residuos municipales
El término
de incineración se puede definir de diferentes modos, pero básicamente
se refiere a la combustión de sustancias orgánicas mediante
un proceso de oxidación química. Cuando la oxidación
se realiza de forma rápida, la temperatura del material aumenta
rápidamente debido a la incapacidad para transferir el calor generado
hacia el exterior tan rápidamente como se está produciendo.
Como resultado, se emite radiación visible, a la cual nos referimos,
como la llama.
Como se ha indicado, la incineración de los residuos municipales,
tal y como se concibe hoy día, tiene sus comienzos a finales del
siglo pasado, quemándose en aquella época unos residuos
domiciliarios que contenían cantidades significativas de restos
de carbón. Muchas de aquellas instalaciones operaban pobremente
y tenían un sistema de alimentación a cargas, alguna tenía
un sistema de recuperación de vapor.
Sin embargo, tras la crisis posterior a la Primera Guerra Mundial, la
incineración deja de utilizarse, a causa del su empobrecimiento
energético de la basura. Para cobrar un nuevo interés posteriormente,
debido tanto a las nuevas técnicas de combustión y de depuración
de los gases de combustión, como a la evolución favorable
de la composición de las basuras desde el punto de vista energético.
Hasta el año 1950, el incinerador y su acompañante humo,
se aceptaba como un requisito inevitable y se consideraba su funcionamiento
de la forma más barata posible. Sin embargo, cuando los humos de
una chimenea dejaron de ser un símbolo de prosperidad y las normativas
sobre contaminación del aire empezaron a emerger, en los años
sesenta y setenta, la incineración como sistema mejoró drásticamente.
Estas mejoras incluían una alimentación en continuo, mejoras
en el control de la combustión, el uso de cámaras múltiples
de combustión, la recuperación de la energía de forma
sistemática y la aplicación de sistemas de depuración
para los gases de combustión.
Pero es a finales de los años 80, cuando la incineración
de residuos, recibe un nuevo impulso, al desarrollarse sistemas mejores
de combustión, de control y tratamiento de los gases de combustión,
que permiten avanzar hacia una situación cercana a la emisión
a la atmósfera quasi-nula y convertirse en un sistema de tratamiento
de residuos ambientalmente seguro, y con unos mejores rendimientos energéticos
de funcionamiento, al tener que hacer frente a los nuevos retos ambientales,
a su aceptación pública y a unas normas legales mucho más
estrictas.
La incineración es utilizada actualmente de forma amplia en los
países desarrollados como uno de los sistemas de tratamiento de
los residuos municipales (véase la tabla 1, en pág. 31).
Ha habido ciudades, como es el caso de París, que han usado este
sistema desde principios del siglo XX de una forma continuada e intensiva.
La cantidad de residuos municipales tratadas mediante este sistema en
España no alcanza el 4%, las plantas están instaladas de
forma mayoritaria en Cataluña.
La incineración
de residuos municipales puede realizarse con o sin la recuperación
del calor generado en la combustión. Pero sin recuperación
de calor no tiene sentido, salvo en determinados casos muy particulares.
La dimensión mínima para que la instalación de incineración
de este tipo de residuos con recuperación de energía salga
adecuada se sitúa a partir de las 140-150 t/día. El calor
liberado puede ser aprovechado para la:
- Producción
de energía eléctrica mediante vapor;
- Producción
de vapor para su venta directa;
- Producción
de agua caliente para calefacción.
Consiste, pues, en un proceso de combustión controlada que transforma
las basuras en gases de combustión, escorias y cenizas:
una en estado gaseoso, formado por los gases de combustión, del
orden del 73% de la materia entrada, y dos en estado sólido, constituida
por 1) las escorias (ª25%) y 2) las cenizas (ª2%), o los sólidos
de depuración (ª4-5%), en función del tratamiento adoptado
para la depuración de los gases de combustión.
El
marco legislativo
En España,
las primeras disposiciones legales que limitan las emisiones datan del
año 1975 (Decreto 833/75), y consideran únicamente un límite
de emisión de las partículas en suspensión, con valores
nada exigentes.
En junio del año 1989, la Unión Europea adopta para este
tipo de instalaciones dos directivas, al objeto de prevenir la contaminación
atmosférica, tanto a nivel de los límites de emisión
a la atmósfera como de las condiciones de control del proceso de
combustión, y de las condiciones de monitorización de la
instalación. Son la Directiva 89/369/CEE para las nuevas instalaciones
y la Directiva 89/429/CEE para las instalaciones existentes. España
las incorporó a su derecho interno con retraso, en septiembre de
1992 (Real Decreto 1088/92).
La adopción de estas directivas supone un proceso de modernización
de las instalaciones de incineración de residuos en el contexto
europeo, tanto para las nuevas instalaciones, como para la adaptación
de las existentes, que terminó aproximadamente en el año
1997. Estas directivas implican también la extensión de
la normativa alemana del año 1986 para este tipo de instalación
al conjunto de la Unión Europea. Aunque Alemania, modificó
su normativa durante el año 1990, adoptando límites y condiciones
más exigentes.
En diciembre de 1994, la UE adopta la Directiva 94/67/CE relativa a la
incineración de residuos peligrosos, que implica también
la extensión de la normativa alemana del año 1990 para la
incineración de los residuos peligrosos al conjunto de la Unión
Europea y que España transpone mediante el Real Decreto 1217/97
en Julio 1997, y que modifica parcialmente el Real Decreto 1088/92.
Cataluña había aprobado en Noviembre de 1994 el Decret 323/94
de aplicación, tanto para residuos municipales, como para residuos
peligrosos, que incorporaba ya el contenido de la Directiva 94/67/CE.
Finalmente, el año pasado, la UE adoptó la Directiva 2000/76/CE
relativa a la incineración de residuos, que actualiza las anteriores,
y que no hace distinción entre la incineración de residuos
municipales y peligrosos. Tiene que ser incorporada al derecho interno
de los estados miembros antes del 28 de diciembre de 2002. Tiene prevista
su entrada en vigor para las nuevas instalaciones en diciembre del año
2002 y para las instalaciones existentes en diciembre de 2005. Esta directiva
implica los límites de emisión a la atmósfera más
exigentes que existen hoy en día a escala mundial para cualquier
tipo de instalación. Implica también la adopción
de límites de emisión para los óxidos de nitrógeno
y una reducción sustancial en la emisión de metales pesados.
De nuevo, también supone, extender a toda la UE la normativa alemana
de incineración.
En la tabla 2 (en pág. 31) se puede ver la importante evolución
de reducción que los valores límites de emisión han
tenido en la UE y España en los últimos 25 años.
En Estados Unidos, la primera legislación específica data
del año 1970, e implica límites de emisión exclusivamente
para la emisión de partículas. La segunda data del año
1990, y esta actualmente en vigor, siendo menos exigente que la legislación
de la UE. En el año 1994, se publicó el borrador de una
nueva legislación que no ha sido adoptada todavía.
Para ilustrar el efecto progresivo de estas reducciones en los valores
límites de emisión, se ha calculado cual sería la
dispersión que tendrían estas emisiones para un incinerador
de basuras de 1000 t/día; así como la capacidad de depuración
de las actuales tecnologías de depuración de los gases de
combustión. Como contaminante se han considerado las partículas
en suspensión, que es donde están asociadas la mayor parte
de las dioxinas que se emiten (véase figuras en pág. 34).
Puede verse fácilmente, el avance que representó la legislación
del año 1989, y que, con la legislación del 2000 y la tecnología
actual, que ya se está aplicando, se está frente una situación
de emisión quasi-nula.
Tecnologías
de incineración
La incineración
de residuos requiere una gran atención al nivel de dominio de las
condiciones de combustión. Una buena combustión se rige
por la regla llamada de las "3 T": temperatura, tiempo de residencia
y turbulencia. Estos parámetros generalmente se fijan en el momento
de la concepción del horno, pero el que lo explota conserva el
dominio de la temperatura haciendo variar la carga térmica, y el
dominio del caudal de aire de combustión. La mala regulación
de uno de estos parámetros puede generar condiciones inadecuadas
de funcionamiento.
Debido a la composición heterogénea de la basura doméstica,
el proceso de combustión se desarrolla en condiciones de exceso
de aire (la legislación exige un mínimo del 6% de oxígeno
en exceso). Durante la combustión, el carbono que contiene la basura
se transforma en CO2. De esta forma, un defecto de oxígeno podrá
generar monóxido de carbono (CO) por combustión incompleta
del carbono. De la misma forma, un defecto de oxígeno provocará
la generación de partículas inquemadas y productos incompletos
de combustión (PIC).
Para la aplicación de este sistema de tratamiento, es necesario
que los mismos posean un poder calorífico inferior, superior a
las 1400 kcal/kg, a fin de asegurarse la autocombustión. En los
incineradores de pequeña capacidad, hay que incorporar combustible
adicional, que suele ser habitualmente fuel-oil o propano, aunque también
se utiliza GN.
Para ello, los residuos urbanos son descargados en una fosa de almacenamiento
temporal, en depresión atmosférica respecto al exterior
al objeto de evitar la aparición de malos olores en las zonas próximas
a la instalación. Posteriormente, son conducidas a un horno en
donde se queman a una temperatura mínima de 850 ºC, durante
al menos 2 segundos. en presencia de un 6% de oxígeno, como mínimo
después de la última inyección de aire de combustión.
Los elementos y equipos principales que configuran un incinerador de residuos
domésticos son los siguientes:
a) una zona de descarga y almacenamiento;
b) una zona de alimentación del horno, mediante una tolva,
normalmente;
c) un horno y su cámara de combustión para asegurar
una completa destrucción de los compuestos orgánicos;
d) zona de recogida y extracción de escorias;
e) un sistema de refrigeración y la caldera para la recuperación
de energía (en incineradores con capacidad > 140 t/día);
f) una zona de depuración de los gases de combustión;
g) una zona de almacén de escorias y cenizas, u otros
productos recogidos en los procesos de depuración;
h) y la zona final de evacuación de los gases depurados
a la atmósfera (ventilador y chimenea).
El horno no sólo constituye el elemento soporte de la combustión
(bien sea mediante parrillas o mediante horno rotativo), sino que también,
produce el avance de las basuras y su volteo, permitiendo la mezcla del
aire primario con los residuos a fin de garantizar una buena mezcla del
combustible y del comburente.
En la zona del horno se pueden considerar tres fases:
1) fase de secado, su duración depende del calor radiactivo
existente, del grado de mezcla de la basura y de su aeración;
2) fase de combustión propiamente; y
3) fase de terminación o postcombustión, la parrilla
esta recubierta de las escorias.
La cámara de postcombustión tiene como funciones principales:
- permitir la mezcla
íntima entre el aire y los gases parcialmente quemados, a fin
de obtener una combustión completa.
- por radiación,
calentar y secar las basuras y permitir, por su gran inercia térmica,
el mantenimiento de la temperatura necesaria para la correcta combustión
de los gases.
Entre los tipos de hornos para residuos municipales se pueden señalar
esencialmente:
-
Hornos de parrilla
(de avance, de rodillos, etc.)
-
Hornos rotativos
- Lecho fluidizado:
está tecnología es muy utilizada en Japón, en Europa
es especialmente Suecia donde más se ha aplicado (es un procedimiento
avanzado utilizado en plantas termoeléctricas de carbón
pulverizado, lodos y en la combustión de biomasa).
En los gases de combustión de la incineración de residuos
urbanos se pueden encontrar:
- gases tales como
el CO2, H2O, N2 y el oxígeno no utilizado en la combustión;
- partículas
de polvo más o menos finas cuya concentración antes de
su depuración es del orden de 5 a 10 g/Nm3. Estas partículas
de polvo están constituidas esencialmente por sales minerales
o metálicas, y en ocasiones por partículas inquemadas;
- gases procedentes
de la composición de los residuos incinerados, principalmente
se trata de cloro, ácido clorhídrico, óxidos de
azufre y de nitrógeno, y de compuestos orgánicos inquemados.
El contenido en agua de los residuos a veces es muy importante, del orden
de 50%. Esta agua, que constituye un lastre térmico, ya que consume
calorías en su evaporación, pero tiene influencia sobre
los equilibrios químicos implicados en las reacciones de combustión.
De esta forma, cuanto más aumentan la concentración del
vapor de agua y la temperatura, más disminuye la concentración
en cloro gaseoso, debido al equilibrio de DEACON.
Las escorias (cerámicas, tierras, vidrio, objetos metálicos,
etc.) se suelen enfriar con agua y se extraen del foso de descarga mediante
transportadores continuos. Están formadas, principalmente, por
óxidos metálicos y silicatos, además de cantidades
menores de carbonatos, cloruros y sulfatos, así como aluminio,
calcio, sodio, y hierro (en Cataluña, su valorización está
reglamentada por la Generalitat mediante la "ORDRE de 15.2.1996,
sobre valorització d'escòries", para su aprovechamiento
como firme de vías públicas). La fracción metálica
férrica contenida en las escorias se debe extraer y reciclar, mejorando
la manejabilidad y utilización posterior de la fracción
de escorias restante.
El reciclaje de la fracción férrica es elevado, en cambio
el reciclaje del grueso de las escorias también se recicla en los
distintos países europeos, pero en porcentajes más limitados
(50% Francia y Alemania, 70% Dinamarca, y 100% Holanda).
Las cenizas o residuos de depuración están compuestas también,
en gran parte, de óxidos metálicos y silicatos. Tienen la
consideración de residuos peligrosos y deben ser depositados en
un vertedero controlado. Estamos hablando de un 2-4% de la cantidad de
residuos incinerados.
En la primera generación de incineradores de residuos urbanos (años
sesenta), se emplearon como sistemas de depuración de los gases
de combustión: filtros electrostáticos (mayoritariamente)
y torres de lavado (en menor cantidad). Estos sistemas eran claramente
insuficientes como sistemas de depuración de los gases de combustión.
En los incineradores de segunda generación (esencialmente a partir
de finales de los años ochenta), los sistema de depuración
de los gases de combustión a utilizar para alcanzar los límites
establecidos en algunos países europeos (Alemania, Holanda, p.e.)
y en la Directiva de la CEE, son varios
:
- Procesos de lavado
en seco. Los lavados por vía seca, se realizan mediante la inyección
de cal en un reactor, con posterior filtración en un filtro electrostático
o de mangas.
- Procesos de lavado
semisecos (o semihúmedos). En los procesos de lavado semisecos
(o semihúmedos), la cal es utilizada en forma de lechada, lo
que permite una mejor reactividad de la cal y un enfriamiento de los
gases por enfriamiento de los gases por evaporación del agua
de dilución de la cal. Los sistemas de filtración son
los mismos.
- Procesos de lavado
por vía húmeda. Se descomponen en dos fases: a) tratamiento
de las partículas en suspensión mediante filtros electrostáticos,
y b) tratamiento de los gases mediante columnas de absorción.
En el diseño de las calderas de recuperación es fundamental
la selección del tipo de caldera a utilizar, en función
de los requisitos de operación (balance térmico de la instalación),
y los espacios disponibles. El objetivo debe ser garantizar un funcionamiento
factible y continuo de la caldera, con el óptimo aprovechamiento
del calor de los gases de combustión y con un mínimo consumo
energético de los equipos auxiliares, cumpliendo, a su vez, con
las limitaciones impuestas en las emisiones a la atmósfera.
Son esencialmente dos los factores que determinan el aprovechamiento del
calor generado en proceso de incineración:
- La recuperación
del calor para la generación de la corriente eléctrica,
de vapor de producción o de vapor de calefacción con el
fin preliminar de recuperar el potencial energético que tienen
ciertos residuos y además reducir los costes de explotación
de las propias plantas de incineración.
- El enfriamiento
de los gases de combustión producidos en el horno a temperaturas
aceptables para su depuración y descontaminación posteriores.
Un balance térmico promedio en un incinerador puede tener los
siguientes valores, base de cálculo respecto al 100% de la entrada:
- 18% de pérdidas
en la zona de combustión y caldera
- 0,8 % de pérdidas
en el turbo generador
- 48,2 % en la refrigeración
(aerocondensador)
- 6% autoconsumo
- 27 % producción
de energía eléctrica
Emisión
de dioxinas
En todos los procesos
de combustión, cuando hay presencia de átomos de cloro,
pueden producirse dioxinas, en mayor o menor cantidad según tenga
lugar dicho proceso. La incineración de residuos municipales fue,
con anterioridad a los años noventa, una de las principales fuentes
de emisión de dioxinas, pero dada la exigencia legal de limitar
su emisión y la adopción de medidas tecnológicas,
hoy en día su emisión se ha reducido fuertemente (véase
la tabla 3, en pág, 36). Las emisiones de dioxinas en los incineradores
españoles ha disminuido en un factor de 17 entre el año
1997 y 1999.
Ventajas
e inconvenientes
Los plantas de incineración
de basuras presentan frente a los otros sistemas de tratamiento de residuos
urbanos las siguientes ventajas:
- Recuperar la energía
térmica contenida en las basuras, obteniendo vapor y/o electricidad
- Reciclar del orden
del 20% de los materiales quemados (escorias)
- Importante disminución
del volumen de las basuras (= 90 %)
- Importante reducción
del peso de las basuras _(= 75 %)
- Costes operacionales
moderados o bajos en el caso de incinerar con recuperación de
energía
- Limitada utilización
de terrenos
- Puede tratar cualquier
tipo de residuo si su poder calorífico es adecuado
- Permite el reciclaje
de los materiales férricos contenidos en las basuras
- Permite la reutilización
de las escorias como material en la construcción de carreteras
Como inconvenientes se pueden considerar:
- No supone un sistema
de disposición total, precisa un acondicionamiento para las escorias
(si no son recicladas) y especialmente para las cenizas sólidos
de depuración
- Alta inversión
económica inicial
- Costes operacionales
elevados en el caso de incinerar sin recuperación de energía
- Exposición
a paros y averías
- Limitada flexibilidad
para adaptarse a variaciones estacionales de la generación de
residuos, o necesidad de un sobredimensionamiento
- Necesita de sistemas
de control y prevención para los gases de combustión
- Limitada aceptación
pública
Otros sistemas de tratamiento de tratamiento: el compostaje y la biometanización,
tienen el grave inconveniente de que sólo se pueden aplicar a
determinadas fracciones de la basura, a la fracción biodegradable,
que se puede cuantificar como del orden del 40% del total actualmente
en nuestro país. En consecuencia, aun considerando las fracciones
directamente reciclables, todavía puede quedar una fracción
del orden también del 40% para disponer.
Fracción que, como se le ha extraído la parte más
húmeda, aunque también es verdad que se le han retirado
fracciones combustibles, ha aumentado su poder calorífico (alrededor
de los 2300 kcal/kg). En consecuencia, no tiene mucho sentido que esta
fracción residual sea vertida cuando puede ser aprovechada energéticamente,
y consume, además, menos territorio.
De hecho, pueden compararse distintos modelos de gestión de residuos
municipales, en lo que respecta al potencial de cada uno de ellos para
su contribución a la emisión de gases que incrementan
el efecto invernadero (véase la figura 3, en pág. ). Se
observa claramente que los modelos de gestión integrados son
los que presentan un menor factor de emisión, especialmente cuando
se incorpora en ellos la incineración de la fracción residual.
Conclusiones
Conviene señalar
que las críticas que se han hecho y continúan haciéndose
a la incineración de residuos, tenían su justificación
en las instalaciones que funcionaron hasta finales de los años
ochenta, pero a partir de ese momento, especialmente en la Unión
Europa por la adopción de límites estrictos de emisión
a la atmósfera, han perdido razón de ser.
Con la adopción de la última directiva comunitaria el pasado
año 2000, puede afirmarse que la incineración de residuos
es la actividad, tanto industrial como de infraestructura, que esta sometida
a los más exigentes límites de emisión a la atmósfera.
Teniendo en consideración el fuerte proceso de urbanización
a que la humanidad esta sometida en este momento, y que todas las perspectivas
indican que en este siglo que acaba de comenzar deberá intensificarse,
la incineración constituye, hoy en día, una de las alternativas
claras que existen para la gestión de los residuos.
Aunque su uso debe considerarse no como la solución, sino como
un elemento base dentro de un sistema integrado de gestión de residuos
municipales, aprovechando las ventajas que los diversos sistemas de tratamiento
de basuras ofrecen, e intentado obviar los inconvenientes de cada uno
de ellos.
Otro aspecto importante a considerar, no solo en la incineración,
sino todos los sistemas de tratamiento de basuras, es que deben responder
a los máximos criterios de una gestión de calidad.o
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