La entrada en funcionamiento de la desaladora del Llobregat y las mejoras desarrolladas en las potabilizadoras de Abrera y Sant Joan Despí permitirán mejorar la calidad y el gusto del agua suministrada en el área metropolitana. El río Llobregat tiene problemas históricos de salinidad, fruto de la existencia de una cuenca potásica natural y de la actividad minera que se ha desarrollado en la Cataluña Central desde el siglo XIX hasta la actualidad.
Estas mejoras incidirán directamente en un ahorro potencial de entre 35 y 45 euros el año por hogar debido a los ahorros en reparación de electrodomésticos, cañerías, menos energía para calentar el agua y menor utilización de detergentes y suavizantes, y de equipos individuales de osmotización domésticos, etc.
Esta desaladora permitirá inyectar (ver fotografía) las nuevas aportaciones de agua a la gran red regional de Aguas Ter-Llobregat a través de la estación de distribución de la Fontsanta, desde donde se conecta a la red de suministro.
